La predestinación calvinista es la antítesis del evangelio
20 - Noviembre - 2023

Bajo la óptica calvinista los mandamientos a predicar el evangelio son innecesarios y carecen de sentido

     No me imaginaba en el año 2009 cuando me pidieron y acepté ser el mentor de una estudiante de teología del Nuevo Testamento en un seminario calvinista, que las notas e emails de aquel trabajo me volverían a ser útiles catorce años después. Y no es que entonces yo pensara diferente respecto a los seminarios (1), sino que siendo ella creyente desde no hacía mucho tiempo, y viéndola tan decidida a realizar el curso, acepté ser su mentor para asegurarme de que al menos podría ayudarla supervisando aquellas doctrinas que podrían confundirla. Así que durante el curso, entre otras materias, tuvimos la oportunidad de poner en evidencia la falta de coherencia y de soporte bíblico de la doctrina de la predestinación en que incurrían las explicaciones del libro de texto del curso, de Erickson, y además lo hicimos sujetándonos al fundamental principio de la Reforma, con la Sola Scriptura, como lo había hecho Arminius en el siglo XVI, para que la verdad del evangelio prevaleciese.

     Años más tarde escribí los artículos sobre Calvino y Arminius que se encuentran en la web de jeitoledo.com pero pensando que a estas alturas la disputa calvinista era apenas un anacronismo más en la historia de la teología, y que ya había sido prácticamente abandonado. Sin embargo, al poco tiempo de publicarlos artículos me llamaron algunas personas agradeciendo la publicación e informándome de que ahora mismo en España hay un intento de promoverlo en algunas iglesias evangélicas por la influencia de algunos pastores que han estudiado en seminarios norteamericanos donde esa doctrina ha vuelto a la actualidad por la influencia de algunos celebres predicadores como John McArthur, Paul Washer y muchos otros de su misma línea.

     Desde luego yo no voy a descalificar de forma personal, como diría el apóstol Pablo, a personas que “tienen reputación de ser algo” (Gálatas 2:6) en el campo cristiano, pero tampoco voy a callarme. En la materia de la doctrina del Evangelio de Jesucristo estamos advertidos para no idolatrar a nadie, por mucho renombre que tengan, ni siquiera a un ángel del cielo que trajera un evangelio diferente, y así lo declaró rotundamente el propio Pablo en Gálatas 1:6-8: “Me ha llenado de asombro ver lo pronto que habéis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo para seguir un evangelio diferente. Y en realidad no es que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren tergiversar el Evangelio de Cristo. Pero si aún nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”.

     Aparte de los argumentos que ya expuse en los artículos citados, y que no voy a repetir para evitar la redundancia, realmente la visión que presenta la predestinación calvinista ya no es que sea un evangelio diferente, es que es la antítesis del evangelio de Jesucristo y, como veremos, es imposible de conciliar con las enseñanzas del Salvador quien continuamente apela a la libre decisión de quienes habiendo escuchando y entendido su mensaje de buenas nuevas, deciden seguirle y vivir el evangelio a sus vidas. Ni una sola vez declara Jesucristo que la salvación y la condenación estén adjudicadas anticipadamente para los seres humanos, de modo que unos sean salvos merced a una gracia irresistible adjudicada desde la eternidad, y otros se pierdan porque de antemano tienen un acceso prohibido a la gracia de Dios que les descalifica de partida para recibir el perdón que emana de la cruz.

     El evangelio que predicaba Jesús exhortaba a que la gente pida, busque y llame, que se esfuerce para recibir y entrar en la vida por la puerta estrecha desprendiéndose de cualquier cosa que pueda disuadirles o estorbarles, como se recoge en Mateo 7:7-8 donde dice: ”Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”; y Lucas 13:24Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán”.

     Jesús llamaba a la gente a arrepentirse y volverse a Dios preocupándose de la salvación de sus almas y edificando su vida espiritual creyendo y obedeciendo a Aquel por quien la redención sería consumada. Cualquiera podía ser salvo si aceptaba la gracia del perdón por medio de la fe en Cristo. Tal y como vemos en Mateo 7:24-27 que dice: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”. Su llamado no se limitaba a unos pocos, sino a TODOS. Algo que también encontramos en Lucas 9:23-25 donde vemos: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”. El evangelio de Jesucristo es un llamado UNIVERSAL (Marcos 16:15-16) y es tan explícito en su alcance que cualquier interpretación restrictiva previamente establecida es absolutamente absurda y contraria:

     a) Juan 3:16-18.- “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.

     b) Juan 6:51.- “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”.

     c) Juan 7:37-39.- “…Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…;”

     d) Juan 6:51.- “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”.

     e) Mateo 11:28.- “Venid a mí TODOS los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar.”

     f) Marcos 16:15.- “Y les dijo: Id por TODO el mundo y predicad el evangelio A TODA criatura”.

     g) Juan 6:51.- “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”.

     h) Juan 12:26.- “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.

     i) Mateo 22:8-9.- “Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis”.

     j) Lucas 11:13.- “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

     Las parábolas de Jesús son igualmente claras en el sentido que estamos comentando. La del tesoro escondido, la de la perla de gran precio (Mateo 13:44-46), la de los labradores malvados (Marcos 12:1-11; Mateo 21:33-44; Lucas 20:9-18); o la de la gran cena (Lucas 14:16-24) son una buena colección de enseñanzas imposibles de armonizar con la doctrina de la predestinación. Y no digamos ya de 2ª Pedro 3:9 y 15, que resalta y reitera la paciencia de Dios para salvación:

     k) 2ª Pedro 3:9.- “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

     l) 2ª Pedro 3:15.- “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación”.

     m) Juan 6:40.- “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que TODO aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Este texto es una alusión a Juan 3:14-15 cuando dice: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que TODO AQUEL que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna”. Recordemos que la instrucción recibida por Moisés fue: Números 21:8 (“Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”). No hay una expresión gráfica de una oportunidad con menos exclusión que esta: Mirar con fe y recibir el don de la vida.

     Y llegados a este punto es aquí donde la fundamental regla de la hermenéutica tiene que ser aplicada. Pero el error viene cuando ignoramos esa regla esencial (2).

      Y se resume así: Cualquier enseñanza de Jesús es absolutamente dogmática y prevalente. No puede ser anulada, sustituida, cambiada, modificada, reducida, ampliada o ignorada por lo escrito por ningún otro autor bíblico. Sencillamente porque las enseñanzas de Jesús componen cada una de ellas y en su conjunto “el contenido del evangelio de Jesucristo” (Mateo 4:23; Mateo 9:35; Marcos 1:15; Lucas 4:43; Lucas 8:1, etc.), porque LO QUE JESUS ENSEÑÓ ES INCONMOVIBLE, y no se puede traer ni de Pedro, ni de Pablo, ni de Juan, ni de Santiago, ni de los profetas, ni de la ley, ni juntos o por separado para cambiar ni una coma de todo aquello que el Señor enseñó y dijo. Nunca permitiría el apóstol Pablo que alguien tomara partes de sus epístolas para descalificar los contenidos del mensaje de Jesucristo, y condena tal posibilidad de la forma más rotunda: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1ª Timoteo 6:3-5).

      Cuando en nuestro estudio bíblico encontremos la interpretación de cualquier doctrina que se enfrente a lo que Jesús enseñó, se debe a que la estamos entendiendo mal. Así de claro y de rotundo. Y que con perseverancia y con la guía del Espíritu de Dios llegaremos a una explicación que permite la coexistencia doctrinal.

      La predicación del evangelio es igualmente clara en las palabras de San Pablo: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2ª Corintios 5:18-20).

      Después de hacer ese breve repaso al contenido del evangelio de Jesucristo, nos damos cuenta que la interpretación calvinista de la predestinación no son buenas noticias sino malas, porque le dicen al hombre que si ‘no fue elegido’ personalmente antes de la fundación del mundo, y antes de que él tuviese oportunidad alguna de escuchar y responder al evangelio, ya fue descartado a una condición en la que ha estado incapacitado para aceptar el llamamiento de Jesucristo al arrepentimiento y para aceptar sus generosas ofertas de salvación. De tal modo que para los perdidos tendrían toda lógica humana aquellas palabras o pensamientos del pueblo de Israel que Dios les reprocha el profeta Malaquías: “Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon“ (Malaquías 3:14-15). No quiere decir que escaparan de la condenación, que ya la tenían adjudicada de forma innata, pero sí de los perjuicios, aflicciones y limitaciones morales que un creyente puede tener a lo largo de su vida a causa de la fe.

     Hace años, tratando de estos asuntos, me dijo un misionero que en su seminario le habían enseñado que debía predicar el evangelio como un arminiano, pero vivir y creer como un calvinista, porque esa era la verdad. Obviamente si pretendían prepararse para predicar el evangelio, la única forma que hay de hacerlo es como un arminiano. Un calvinista solo puede proponer retórica para debates y discusiones teóricas de carácter teológico, pero carece de respuestas ‘evangélicas’ para saciar la sed de salvación de un alma angustiada

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     (1) Seminarios no gracias.

     https://conversandodelafe.blogspot.com/2019/06/seminarios-no-gracias.html)

     (2) “La desconocida regla de la hermenéutica bíblica”

     https://www.jeitoledo.com/?main_type=modules&main_item=6&mod_contr_id=1&mod_contr_art=80 )

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