Las crisis en el matrimonio
06 - Octubre - 2009

Si ambas partes se dedican a sostener direcciones opuestas, la cuerda que les une se puede romper

     Leer Juan 2:1-12. Hacer las preparaciones para casarse es bonito. Casarse es fácil. Mantenerte casado es una lucha. Ser feliz en el matrimonio es un ideal.

     En el texto del evangelio de Juan que acabo de mencionar encontramos una boda en la que surge un problema, pero en la que la presencia del Señor pudo solucionarlo. El fundamento de una crisis matrimonial no es un problema cultural, económico o social, sino que es una crisis moral y espiritual.

     En el trasfondo de una crisis en el matrimonio siempre se encuentra un alejamiento de Dios ó de su voluntad. La crisis es el resultado del alejamiento de los casados, en cuanto a uno con respecto al otro, pero también de los dos de Dios. Romanos 1:21-25 dice “aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén.”

     Algunas causas:

     1. Desorganización. En la boda de Caná los novios organizaron la boda de una forma, pero salió de otra. No pensaron que iban a tener tantos invitados, ó cuanto sería necesario para cada uno de los invitados. Pero algo pasó y produjo una crisis: Se acabo el vino.

     Un matrimonio desorganizado entra rápido en crisis y se puede romper fácil. Las cosas deben ser organizadas por los dos juntos, no por separado. Del mismo modo debemos organizar la vida espiritual y el mejor punto de comienzo es después de la boda. Los que tienen un noviazgo largo, que no es recomendado (el sueño de Adán no fue tan largo), pueden organizar su vida espiritual juntos mucho antes de la boda.

     2. Devaluación. Significa pasar las prioridades espirituales en el segundo lugar. En la parábola de los invitados a la boda del príncipe, uno de los invitados excusó su ausencia por que “se acababa de casar”. Vivir una vida mundana y participar solo por costumbre u otros motivos semejantes en las reuniones de una iglesia, no es sino un alejamiento constante de Dios. No debemos perder después de la boda los buenos consejos y costumbres que hemos recibido de nuestros padres. Ni debemos devaluar los valores morales y espirituales que nos enseña la Biblia.

     3. El Analfabetismo espiritual atrae la crisis en el matrimonio. Consiste en la falta de conocimiento bíblico y la falta de conocimiento de la voluntad de Dios. En su lucha con los creyentes, Satanás ha encontrado un montón de cosas para robarnos el tiempo necesario para el estudio bíblico, la oración, las reuniones, obras de evangelismo, misiones…

     La nueva tecnología informática ha sacado montones de juegos que llena el tiempo mientras vacía el celebro de todo el conocimiento bíblico, dejando a los jóvenes ajenos e ignorantes sobre las Sagradas Escrituras. La vida nos enseña que para tener un buen oficio debemos estudiar unos años una carrera, y después otros años practicando lo que hemos estudiado. En la parte espiritual sabiendo que tenemos la eternidad por delante, y no solo unos años ¿no debemos estudiar? Muchos conocen todas las estrellas de Hollywood, de música, de futbol, pero han olvidado ó desconocen a las grandes estrellas bíblicas. Que lastima.

     4. La anulación de la autoridad en el matrimonio. La gente hoy no le gusta ni la palabra autoridad mucho menos respetar una autoridad.

     La autoridad suprema es Dios. Y Dios puso jefes para los gobiernos como autoridad para la vida política, a los empresarios como autoridad para la vida económica, a los profesores como autoridad para la vida intelectual, a los pastores como autoridad para la vida espiritual, a los padres como autoridad para la vida del futuro de los hijos y en el hombre autoridad para la vida del matrimonio. El hombre es la cabeza de la mujer y del hogar. Y la mujer debe mirar a su marido como la iglesia mira a Cristo. Debe ver en el amor que Cristo tiene por su iglesia, paciencia, sabiduría, bondad. Es cierto que somos humanos y no somos perfectos, tanto el uno como el otro, por eso no debemos descalificarnos, enfadarnos, desconsiderarnos, sino luchar para crecer espiritualmente y alcanzar la meta.

     5. Psicología infantil. Los que se dicen defensores de los niños han formulado una tesis según la cual los padres no pueden disciplinar a los niños, argumentando que tal cosa sería un maltrato psicológico. La ciencia mundana con esto está pretendiendo quitar la autoridad de los padres sobre la educación y deformar el carácter de la nueva generación. Pero en esta cuestión también tienen su responsabilidad los padres que en diversas ocasiones desorientan al niño porque no comparten las mismas ideas, principios ó enseñanzas. Entonces por el problema de educar a los pequeños se puede producir también una crisis en el matrimonio.

     Tenemos en la Biblia un ejemplo en el matrimonio de Isaac y Rebeca. Génesis 27:1-10 dice: Y ACONTECIO que cuando hubo Isaac envejecido, y sus ojos se ofuscaron quedando sin vista, llamó á Esaú, su hijo el mayor, y le dijo: Mi hijo. Y él respondió: Heme aquí. Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte: Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo, y cógeme caza; Y hazme un guisado, como yo gusto, y tráeme lo, y comeré: para que te bendiga mi alma antes que muera. Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac á Esaú su hijo: y fuese Esaú al campo para coger la caza que había de traer. Entonces Rebeca habló á Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído á tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: Tráeme caza, y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga delante de Jehová antes que yo muera. Ahora pues, hijo mío, obedece á mi voz en lo que te mando; Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como él gusta; Y tú las llevarás á tu padre, y comerá, para que te bendiga antes de su muerte.

     Si quien educa a los hijos lo hace sin respetar su propio sometimiento bajo autoridad, estos tampoco van a respetar nunca a una autoridad y cultivarán un carácter rebelde. Por ejemplo, ¿cómo va a detenerse ante un semáforo en rojo, si pueden argumentar que en su casa el semáforo siempre estaba en verde?

     6. La filosofía del libertinaje en el matrimonio. Hay una filosofía que promete un estilo de vida feliz sin sujetarse a reglas morales. La doctrina de esta filosofía afirma que se puede ser feliz en el matrimonio haciendo cada uno lo que le venga en gana, mientras siga amando y respetando a su cónyuge. Esta libertad incluso alcanza a las relaciones sexuales extramatrimoniales durante cada cierto tiempo. Pero hay una gran diferencia entre hacer lo que quieras y hacer lo que debes hacer. Hacer lo que quieres es lo que manda la carne, pero hacer lo que debes es hacer es lo que manda Dios. En 1ª Corintios 7:4 podemos leer: “La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer”.

     7. La homosexualidad. Esta enfermedad mental se está extendiendo con velocidad en el mundo provocando en muchas personas la curiosidad por experimentar cosas nuevas. También a causa del analfabetismo bíblico algunos matrimonios entran en crisis por este asunto. Para un creyente es repugnante pensar en estas relaciones, y una falta de moralidad aceptar que un niño pueda ser adoptado por una pareja de homosexuales para ser criado.

     8. La rebeldía de los jóvenes. Los niños criados en un ámbito libertino, que cuando lloran obtienen lo que quieren, llegan a la adolescencia con el mismo diagnostico, rebeldía, obteniendo lo que quieren, ahora no llorando, sino utilizando otros métodos como la extorsión, enfados, sabotajes, mentiras…

     En estas circunstancias los padres son los que reciben los daños indirectos por causa de una crisis de su propio matrimonio.

     9. La irresponsabilidad. Son aquellos matrimonios en el cual ninguno quiere asumir las responsabilidades que le corresponden a cada uno. En el pasado se distribuía más o menos así: la mujer debía ocuparse de cocinar y de la limpieza del hogar. El hombre salía al campo a trabajar y cuando regresaba a casa se sentaba a la mesa para comer y después descansar. Hoy es distinto. Los dos se despiertan a la mañana para ir al trabajo y al regreso al hogar surgen los conflictos… ¿quién va lavar los platos? El lavavajillas.

     Pero por ejemplo, aunque la responsabilidad de amar es de los dos, normalmente en la mujer, a causa de su forma de ser, muestra de forma más visible sentimientos como el amor, sin embargo autolimitarse a su papel en el matrimonio les cuesta mucho más, y por eso la Biblia tienen palabras diferentes para los maridos que para las esposas, dependiendo de unas características generales que pueden asignarse en razón de su sexo. Para los maridos leemos en Efesios 5:25:30: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada. Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia; porque somos miembros de su cuerpo”.

      Mientras que para las esposas dice en Efesios 5:22-24 leemos: “Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo. Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo”.

     10. La infidelidad. El tema de la infidelidad no se ciñe exclusivamente al campo de las infidelidades sexuales, las cuales están claramente condenadas, sino también a áreas más amplias, como pequeños escondites dentro de nuestra mente, a nuestras miradas, a cosas que mantenemos exclusivas…

     11. El culto feminista. Hace no tantos años que apareció un movimiento que se auto nombró como feminismo ó de “liberación de la mujer”. Esta doctrina ha intentado eliminar el papel exclusivo de la mujer como esposa y madre con el argumento de que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre, y mismo título de igualdad, del que la Biblia y el machismo la despojaron. Este mismo movimiento presenta a la mujer como un líder capacitado para gobernar al hombre tanto por su inteligencia igual ó mayor, como por su físico de mayor sensualidad que puede ofrecer al mundo tanto el éxito material como el placer carnal.

     Esta “liberación” es carnal y por lo tanto falsa. La verdadera liberación de la mujer es la que ha realizado nuestro Señor Jesucristo en el calvario perdonando por igual a la mujer como al hombre y otorgando a ambos por igual el título de “hijos de Dios”, tal y como dice Gálatas. 3:27 “Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido. 28 No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”.

     12. Enfados y ambiciones. A veces muchas parejas entran en el matrimonio como si se tratara de un campo de batalla, en el cual uno debe vencer ó prevalecer sobre el cónyuge, sometiendo al otro como un esclavo ó un siervo. ¡No! El matrimonio es un equipo, que no compite dentro de sí mismo, sino que debe enfrentarse conjuntado para llegar a la meta y cumplir el sueño de su vida que tenían cuando decidieron casarse. Otra vez encontramos en Efésios 4:17-32 “Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente, entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón; y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas. Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús, que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad. Por tanto, dejando a un lado la falsedad, HABLAD VERDAD CADA CUAL CON SU PROJIMO, porque somos miembros los unos de los otros. AIRAOS, PERO NO PEQUEIS; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis oportunidad al diablo. El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad. No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan. Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo”.

     13. La falta del arrepentimiento. Todos como humanos cometemos errores. Pero la falta de arrepentimiento es una de las causas de las crisis en el matrimonio. Para corregir los errores cometidos necesitamos llevar a cabo un arrepentimiento sincero. El arrepentimiento sincero es el que corrige el error. Muchos piensan que el arrepentimiento es un simple: lo siento. Pero ¿es esto realmente un verdadero arrepentimiento?

     En “la parábola del hijo prodigo” encontramos la explicación perfecta de lo que es el arrepentimiento. Si el hijo Prodigo sólo dijera sencillamente “lo siento mucho” ¿en qué cambiaba su situación? En nada. Él ha reconoció el error cometido, lamentó lo que había hecho, tomó una decisión y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. Y el hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo" (Lucas 15:20-21).

     Solo decir “lo siento” sin pasar a la acción de arreglar la situación y poner condiciones a la otra parte, no es un arrepentimiento sincero, es una falsedad, una hipocresía. ¿Cómo os imagináis la parábola del hijo prodigo con un arrepentimiento de esta forma? “El Hijo pensaba dentro de sí; si mi padre no me dijera las cosas que me dijo y no me diera mi parte, yo no estaría aquí. Lo voy a llamar para que venga a buscarme. Y si no viene entonces es que no me ama. Es un mal padre. Pero si viene le voy a pedir que me compre un traje como a mí me gusta, y un coche bueno porque tiene dinero y yo no voy a andar por ahí como fracasado ó un cualquiera”. ¿Os suena alguna forma de arrepentimiento parecido en circunstancias de matrimonios? ¿Y no solo en el matrimonio? Tantas condiciones, tantas culpabilidades arrojadas uno contra el otro, tantas justificaciones, que si tú dijiste, que si no dijiste, que si hicieras, ó que no vuelvas a hacer, que si no cambias..., que si… ¿No es lo que vivimos hoy?

     En el próximo artículo hablaré de la rehabilitación y la reconciliación en el matrimonio.

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